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En Busca De La Joya Encantada

29 octubre, 2006

Carátula

 

En Busca De La Joya Encantada es una pequeña aventura conversacional realizada expresamente para el concurso de programación de juegos para Spectrum en BASIC 2006 de Bytemaniacos en su modalidad de programas de 10 lineas de código.

Obviamente, no tiene más razón de ser que la simple curiosidad, o el morbo malsano de ver cómo el autor se ha dejado la vista intentando aclararse con un listado ilegible a pesar de las facilidades que otorga BASIN, el editor usado para escribirlo, a la hora de ordenar las lineas de BASIC del Spectrum.

Con todo, hay que decir que el proceso ha sido particularmente instructivo sobre los elementos fundamentales que mantienen la, llamemosla, «suspensión de la realidad» en una obra de ficción interactiva y cuales son las prioridades a la hora de gestionarlos en condiciones de extrema limitación de recursos.

La «aventura» es una suerte de precuela o, si lo preferimos, anuncio, de un hipotético juego que tenía en mente lanzar coincidiendo con el pasado MadriSX y que nunca llegué a realizar (el ambicioso plan incluía versiones para Spectrum y Amiga que aún no he descartado que lleguen a existir… algún día… ) Por el momento estará disponible en la web de Bytemaniacos (en cuanto lo mande en unos momentos) y probablemente después en alguna página mía (todo ello asumiendo que el probable ejercito de bugs que contenga no me haga borrarlo de la faz de la Tierra para evitar la verguenza :p )

Curiosamente, mi primer contacto con la programación de una aventura conversacional fue con un juego llamado La Joya Misteriosa cuyo listado venía en el curso de creación de juegos de la revista Input Sinclair, hará ahora casi exactamente unos 20 años, que también versaba sobre la busqueda de una joya fabulosa. Si ha sido cosa del inconsciente aflorando inesperadamente es, por supuesto, un misterio para otra historia.

 

 

Técnicamente, el mayor problema lo tiene en la velocidad de ejecución, manifiestamente lastrada por la rutina de listado de objetos visibles en cada localidad, que se «traga» a ojo unas tres cuartas partes del tiempo de descripción de estas y es dónde se produce la mayor sensación de «lentitud». Para bien o para mal, el modo en el que se implementó era el «menos malo» de los posibles, ya que cualquier otra alternativa requeriría del uso de numerosos saltos condicionales del tipo «if-then» que a su vez duplicarían el número de líneas de listado de programa necesarias, una opción inviable dadas las características del concurso. Como consuelo menor, por llamarlo de algún modo, el tiempo consumido no es mayor que el que se gastaba en las conversacionales de 8 bits dibujando los gráficos, que era la parte más «coñazo» de ellas, por aquello de tener que esperar una, en ocasiones enervante, cantidad de segundos entre pantalla y pantalla. A veces un servidor se pregunta si no sería allí cuando desarrolló su aversión por los gráficos en las obras de ficción interactiva, al margen de las discusiones teóricas sobre su función en relacción con la naturaleza eminentemente textual del medio, a pesar incluso de que ese retardo ya dejó de ser un problema en los primeros ordenadores domésticos de 16 bits.